Después de haber firmado aquella trilogía que fue “Premeditación, Nocturnidad y Alevosía” y de su último trabajo, “Fuego”, no debería extrañarnos que el sexto álbum en la carrera de Ana Fernández-Villaverde se llame “Brujería”. Pero el juego de espejos es radical. Porque “Brujería” es probablemente el disco en el que más abierta y claramente habla de sentimientos, donde las canciones tocan el misterio tangencialmente para entrar profundamente en la lírica y la épica. Un álbum sobre el amor, descarnado y a flor de piel, sin metáforas como a ella le gusta. Oscuro y luminoso en el que cada canción se encadena irremediablemente con la siguiente.